El jueves 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. El Perú, si bien cuenta con una de las mejores gastronomías del mundo, es el país de la región con mayor inseguridad alimentaria. Esto influye en la alta prevalencia de anemia infantil, que tiene efectos altamente nocivos en la vida de los afectados y en la productividad a largo plazo de la economía. 

La inseguridad alimentaria ocurre cuando las personas carecen de alimentos o consumen alimentos menos nutritivos por falta de recursos económicos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) a julio de 2025, el 41% de la población peruana experimentó inseguridad alimentaria entre 2022 y 2024, la cifra más alta de América del Sur para los países con información disponible. Si bien es una leve mejora con respecto al promedio de tres años registrado a 2023 (42.5%), el Perú sigue estando lejos de su nivel prepandemia (35.7%) y de su mejor registro, del 30.4% en 2016. 

La principal causa de la inseguridad alimentaria, cuando no existe falta de disponibilidad de alimentos, sería la escasez de recursos económicos para comprarlos, según la FAO. Esto ocurre en escenarios de pobreza o de precios elevados. En el Perú, el empeoramiento de la situación alimentaria coincidió con la crisis debido a la pandemia. La inflación de alimentos y bebidas fue del 8% y el 13% en 2021 y 2022, respectivamente, según datos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y las tasas de pobreza monetaria saltaron a cerca del 30% a partir de 2020, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Esto coincidió con los registros más altos de inseguridad alimentaria del país, en 2022 (41.6%) y 2023 (42.5%). La situación empezó a revertirse durante el último año, debido a la estabilización de los precios y una leve mejora de los índices de pobreza.  

Esta situación repercute negativamente en los elevados niveles de anemia infantil, que afecta al 44% de los niños peruanos entre 6 y 35 meses de edad, según el INEI. En 15 de 24 departamentos se supera el promedio nacional, con cifras máximas en Puno (76%), Loreto (62%) y Apurímac (58.7%). Según el Colegio Médico del Perú, la inseguridad alimentaria es uno de los determinantes de la anemia, la misma que tiene efectos negativos para la productividad del país por su incidencia en la pérdida cognitiva a largo plazo de los afectados. 

En 2022, el Programa Mundial de Alimentos, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y el Ministerio de Salud estimaron que, para 2019, el costo de la desnutrición infantil en el Perú, dentro de la cual se incluye la anemia, ascendió a US$ 6,600 millones. Asimismo, en 2012, Lorena Alcázar, economista principal en el Grupo de Análisis para el Desarrollo, encontró que, con una tasa de anemia infantil de aproximadamente el 40%, el costo anual para el país era al menos de un 0.62% del PBI. 

Cómo enfrentar el problema

Es responsabilidad del Gobierno atender este problema, pero los avances son limitados (ver Semanario 1260). Por esto, resulta necesario aprovechar las oportunidades de colaboración con el sector privado, como ocurre con el piloto Nueva Esperanza en San Juan de Lurigancho, que espera ser un centro comunitario de soporte permanente para todas las ollas comunes del distrito. Este viene siendo puesto en marcha por Perú Sostenible, red de empresas que promueve el desarrollo sostenible del país. Asimismo, existen organizaciones como el Banco de Alimentos Perú, que reciben la colaboración de grupos económicos y empresas como la Fundación Romero, Yape, Gloria y Beta, entre otros actores. 

No obstante, los esfuerzos privados deben articularse con acción estatal efectiva. El ejemplo regional es Brasil, que logró disminuir su tasa de inseguridad del 22.1% en 2022 al 13.5% en 2024. Según la FAO, esto fue gracias a transferencias de dinero a familias vulnerables, así como con su programa de alimentación escolar, que beneficia a 40 millones de escolares diariamente. El programa de transferencias ha sido destacado por el Banco Interamericano de Desarrollo por su bajo costo fiscal (0.45% del PBI), pese a beneficiar a cerca del 25% de la población, gracias a su masivo sistema de registro único, presente en el 98% de los municipios. Con evidencias de filtraciones en programas sociales en nuestro país, sería fundamental un trabajo exhaustivo previo del registro, para aplicar algún tipo de transferencia asociada a reducir la anemia. 

Asimismo, en contraste con programas similares en Perú, el programa de alimentación escolar brasileño ha sido tomado por Naciones Unidas como un ejemplo a seguir por la creciente calidad de su menú y la participación de casi todos los municipios del país. Actualmente, el Gobierno brasileño, considerado socio estratégico por la FAO, se encuentra expandiendo su estrategia, que entiende la pobreza como la causa a atacar.