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AMÉRICA LATINA AVANZA EN EL USO DE TRANSGÉNICOS: ¿POR QUÉ EL PERÚ SE QUEDA ATRÁS?
Por Comexperu / Publicado en Septiembre 20, 2024 / Semanario 1226 - Actualidad
Desde hace tres décadas, varios países de América Latina han utilizado los organismos vivos modificados (OVM). Estos representan versiones científicamente mejoradas de los cultivos tradicionales para destacar sus mejores características e incrementar su rendimiento por hectárea. Sin embargo, en el Perú continúan prohibidos, pese a múltiples estudios que sustentan su beneficio y el creciente rezago en competitividad internacional al que nos condenamos.
Contrariamente a lo que algunos creen, basados en información falsa y sin sustento científico, los alimentos transgénicos pueden aportar más nutrientes que los cultivos tradicionales. En el Perú, podrían ayudar a reducir enfermedades como la anemia, mediante el uso de alimentos fortificados con hierro, según un estudio realizado en Japón por la Universidad de Tokio.
Asimismo, incrementan la resistencia de los cultivos a climas extremos, según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Esta característica permitiría cultivos más resistentes a condiciones climáticas adversas, como las que ocasiona el fenómeno de El Niño en nuestro país.
Los OVM han sido rápidamente adoptados en el mundo. En EE. UU., los cultivos transgénicos representan la mayoría de las plantaciones de algodón, maíz y soya desde 2007, según el Departamento de Agricultura. Inclusive, desde 2014, los OVM explican casi el 90% de los cultivos en el país. Estos contribuyeron significativamente a la producción, porque son más resistentes a plagas, malezas y virus que usualmente destruyen los cultivos, según la Administración de Alimentos y Medicamentos.
Los países líderes en la producción de soya alcanzan esta distinción gracias al mayor rendimiento de los cultivos transgénicos. Por ejemplo, EE. UU. es el principal productor de soya en el mundo, seguido por Argentina (donde casi el 100% de los cultivos de algodón, maíz y soya son OVM) y China, para el cual se espera que casi el 40% de los cultivos de soya sean OVM en los próximos años, según el banco China Galaxy Securities. Esta situación se replica para los líderes en la producción de maíz y algodón.
En América Latina, los primeros países en implementar cultivos transgénicos fueron Argentina, México y Uruguay, en 1996, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones de Biotecnología Agrícola (ISAAA, por sus siglas en inglés). Empezaron con la soya genéticamente modificada para resistir herbicidas, con lo cual redujeron las pérdidas por desmalezado. En Brasil también se introdujo la soya modificada desde 1998.
A principios de la década del 2000, Colombia adoptó la producción de claveles transgénicos resistentes a herbicidas y con colores variados, según el ISAAA. Posteriormente, Paraguay y Bolivia incorporaron la variante de soya mencionada anteriormente en 2004 y 2005, respectivamente. Finalmente, en 2007, Chile incluyó la producción de soya, maíz y canola. En la actualidad, solo Ecuador, Venezuela y Perú siguen rechazando esta tecnología en la región.
¿QUÉ SUCEDE EN EL PERÚ?
En 2011, se promulgó la Ley 29811, que estableció una moratoria de 10 años a la liberación de OVM. El objetivo era fortalecer la capacidad de protección de la biodiversidad, mediante el desarrollo de infraestructura, líneas de base y métodos de gestión para una eventual incorporación de los OVM en el país. A pesar del progreso en esta materia y con la existencia de las líneas de base, en 2021, se extendió la moratoria hasta 2035.
La prohibición de los OVM es un gran costo en términos de productividad y competitividad internacional. Por ejemplo, el maíz amarillo duro reportó un rendimiento de 4.8 toneladas por hectárea en enero-julio de 2024, según estimaciones del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Sin embargo, el Ministerio de Ambiente (Minam) estimaba que los cultivos transgénicos de maíz podían alcanzar retornos de 11.5 toneladas por hectárea en 2014. Es decir, con el progreso tecnológico de los últimos años, se podría más que duplicar la productividad de los cultivos de maíz en el Perú.
También, introducir los cultivos transgénicos de algodón contribuiría a recuperar su producción nacional. En 2023, la producción de algodón representó menos de una quinta parte de los resultados de 2007, cuando alcanzó su máximo histórico, según el Midagri. Esto se explicaría por la caída en el precio internacional del material (ver Semanario 1154).
Los beneficios potenciales de los cultivos transgénicos son claros y su adopción podría ser una solución para los desafíos agrícolas que el Perú enfrenta actualmente. Dejemos de impedir el crecimiento con argumentos supuestamente ambientalistas y sin sustento científico.
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