Con el fin de la pandemia, ha renacido el sector turismo a nivel mundial. Los países compiten por atraer visitantes con miras a impulsar la recuperación de hoteles, restaurantes, agencias de viaje, artesanos, guías turísticos y otros agentes golpeados por la COVID-19. Desde muy temprano, los países ejecutaron estrategias para ello, pero el Perú se quedó atrás.

No solo no existe estrategia ni liderazgo en el sector, sino que el propio Gobierno, por su inacción (y malas decisiones), pone trabas al turismo.

Recordemos la huelga de controladores aéreos a inicios de Semana Santa, que fue autorizada por el propio Gobierno y ocasionó la cancelación de vuelos, pasajeros varados y emprendedores afectados. O la evidentemente pésima gestión del Mininter y de Migraciones, que hacen de nuestra puerta de entrada en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez (AIJCH) un calvario de largas colas y aglomeración. También, la inacción de las autoridades ante los constantes bloqueos en las vías del tren que lleva a Machu Picchu.

La Autopista del Sol, en el tramo Trujillo-Piura, obra clave para la mejora de la conectividad en el circuito turístico norte, está en riesgo de paralizarse porque el MTC no cumple con la entrega de terrenos al concesionario. Además, se mantienen trabas en las inversiones de aeropuertos regionales, responsabilidad de Ositrán y el MTC. Las demoras en el trámite de expedientes y la pésima planificación ya han ocasionado el cierre de aeropuertos como Jaén y Juliaca, lo que afecta terriblemente al sector.

También, en lo que respecta al AIJCH, el MTC, a través de Provías, no avanza con las obras de acceso al nuevo aeropuerto ni con Córpac en asegurar el equipamiento oportuno de la nueva torre de control, así como la contratación y capacitación del personal para su operación. Tampoco existe liderazgo del MTC ni de Ositrán para supervisar el cumplimiento estricto del contrato de concesión, a fin de que todos los peruanos podamos tener un nuevo aeropuerto en los tiempos y la forma acordados. Por último, el MTC debe cerrar un plan para el mantenimiento de la pista actual que debe hacer LAP, una vez que entre en operación la segunda pista, para evitar impactos negativos comerciales y económicos que terminarían por afectar a todos los viajeros.

Si vemos las cifras, en 2021, por el AIJCH se movilizaron 11.2 millones de pasajeros, un 55.8% menos que en 2019, cuando llegamos a 25.4 millones. Del total de pasajeros movilizados por este aeropuerto, el 70.2% lo hizo en vuelos nacionales (40.4% menos que en 2019) y el 29.8% en vuelos internacionales (72.6% menos que en 2019). Si analizamos el periodo enero-julio de este año, se movilizaron 10.4 millones de pasajeros. El 61.4% corresponde a vuelos nacionales (12.9% menos que en 2019) y el 38.6% a vuelos internacionales (44.3% menos que en 2019). Se observa una recuperación, pero aún nos encontramos por debajo de los niveles prepandemia.

Además, según cifras del Mincetur, entre enero y agosto de 2022, se registró la llegada de 1.2 millones de turistas internacionales. Esto es un 60.4% menos que lo registrado entre enero y agosto de 2019, periodo en el que llegaron 3 millones de visitantes. Así, en turismo receptivo estamos muy lejos aún de la recuperación, lo que se explica por la falta de liderazgo y estrategia por parte del Gobierno. En los principales países del mundo, la recuperación del turismo receptivo ha sido del 75%, incluso algunos llegan al 90% con respecto al nivel prepandemia, pero en el Perú no llegamos ni al 50%.

Urge impulsar la recuperación de la actividad turística. Ello requiere liderazgo y un Estado articulado para lograr avances en infraestructura (aeropuertos, carreteras), atacar la inseguridad ciudadana e impulsar la promoción del país en el extranjero.