De acuerdo con estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), el cierre parcial o total de las escuelas en América Latina y el Caribe, a raíz de la pandemia, supuso la pérdida de escolarización presencial de 114 millones de estudiantes, además de 186 días de clases regulares, en promedio, durante el periodo del 11 de marzo de 2020 al 2 de febrero de 2021. No obstante, a pesar de que en el Perú las clases presenciales fueron más perjudicadas (198 días perdidos), la cantidad de estudiantes matriculados en educación básica regular (EBR) aumentó a 8,175,948 el año pasado, lo que significó un incremento del 1.9% a nivel nacional.

En particular, dicho desempeño se explicó por la mayor matrícula en instituciones educativas públicas, que alcanzó los 6,298,694 alumnos (+5.4%), impulsada por el crecimiento en Lima (1,377,412; +10%), Arequipa (225,526; +8.7%), Callao (165,777; +8.5%) e Ica (185,658; +8.5%). Así, las escuelas públicas acogieron al 77% de los estudiantes de EBR el año pasado, aunque en departamentos como Amazonas, Huancavelica, San Martín y Apurímac la cifra superó el 95%, lo cual demuestra la dependencia de la gestión pública en este sector. Inclusive, el Ministerio de Educación (Minedu) indicó que, debido a la pandemia, 110,000 estudiantes se trasladaron de escuelas privadas a públicas. Desafortunadamente, a pesar de ello, el sector continúa enfrentando un problema recurrente del país: la poca ejecución de la inversión.

En particular, en 2020, el presupuesto institucional modificado (PIM) ascendió a S/ 6,561 millones, un incremento del 17.7% con respecto a lo presupuestado para el año previo, pero su ejecución descendió a S/ 3,573 millones (-8.4%), con un avance del gasto de apenas el 54.5%, cuando en 2019 alcanzó un 70%, según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). No obstante, si se compara con el 62.1% en promedio de todos los sectores a nivel nacional, el educativo se posicionó como el quinto peor desempeño de las 24 categorías de inversión gubernamental.

Dicho resultado se agravó en departamentos como Ucayali (con una contracción de la inversión gubernamental en educación del 62.3%), Madre de Dios (-45.9%) y San Martín (-44.5%), en los cuales la participación de las instituciones públicas en la matrícula de EBR supera el 90%. Asimismo, la menor ejecución en el sector durante el año pasado se observó en Áncash, con apenas un 24.9% de su PIM, seguido por Tumbes (28.5%) y Piura (35.3%), donde también se aprecia una dependencia significativa de las instituciones públicas.

SISTEMA EDUCATIVO PERUANO: HACIA UNA MEJOR GESTIÓN

No obstante, los problemas del sector educativo no se limitan al presupuesto disponible o la capacidad de administrarlo, sino también a la calidad del servicio. Por ejemplo, resulta preocupante que la gran mayoría de profesores que postulan a instituciones educativas de educación básica del sector público continúen desaprobando la Prueba Única Nacional (ver Semanario 1046), la cual es requisito ineludible, en materias como los conocimientos pedagógicos necesarios para el puesto. Afortunadamente, la reciente campaña electoral ha incentivado la aparición de diversas propuestas que podrían mejorar este desempeño.

Una de ellas consiste en incentivar la capacitación docente potenciando la carrera pública magisterial, a pesar de que diversas bancadas se hayan mostrado en contra. Actualmente, esta opera bajo el principio de la meritocracia, lo que favorece el proceso de mejora continua en los docentes y resulta fundamental para mejorar la calidad educativa. Empero, la mejora en la calidad del sistema educativo no debe suponer un descuido en las iniciativas para facilitar el acceso a ella. En particular, también han figurado propuestas de educación a distancia, lo cual permitiría subsanar la menor escolarización en el ámbito rural, pues en 2019 apenas un 83% de los estudiantes de nivel secundario iban a clase, cuando en el urbano la cifra ascendía al 88%, según reporta el Minedu.

Evidentemente, el sistema educativo peruano todavía está lejos de subsanar todas las falencias que presenta, pero ello no implica una falta de propuestas adecuadas. En particular, la reforma magisterial y la iniciativa Aprendo en Casa han demostrado ser efectivas para mejorar la calidad de los docentes y facilitar el acceso a la educación, respectivamente. Asimismo, la reciente campaña electoral también ha permitido el desarrollo de varias propuestas adicionales que podrían considerarse o complementarse a través del dialogo, a fin de mejorar la gestión actual.

La educación en el Perú depende, principalmente, del sector público, lo cual implica que será necesario alcanzar un consenso informado para mejorar su calidad y difusión. Después de todo, la prioridad del nuevo Gobierno deberá ser velar por el desarrollo óptimo de todos los sectores, lo que permitirá una adecuada recuperación de la crisis por la COVID-19 y corregirá los problemas en la provisión de servicios tan relevantes como la educación.