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¡LIMITAR LA CIRCULACIÓN DE CAMIONES NO ES LA SOLUCIÓN!
Por ComexPerú / Publicado en Febrero 15, 2019 / Semanario 972 - Economía

Para nadie es una novedad que la congestión vehicular en la ciudad ha llegado a niveles alarmantes. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el índice nacional del flujo vehicular se incrementó un 4.7% en noviembre de 2018 (con respecto a noviembre 2017) y un 5.6% en el acumulado anual. Cabe mencionar que, en enero 2018, dicho índice alcanzó su máximo histórico (220.3), aunque se espera que entre diciembre 2018 y enero 2019 se supere este registro.
El problema existe y afecta el día a día de todos los peruanos, sobre todo dentro de la caótica ciudad de Lima y otras urbes similares, y genera pérdida de productividad de las personas, de horas-hombre, de competitividad en las empresas y sobrecostos para todos. Además, para nadie es grato pasar horas en el tráfico solo por intentar llegar a su destino.
Ante esta situación, surgen todos los años distintas iniciativas legislativas y municipales que buscan restringir la circulación de camiones de carga en las principales vías de la ciudad en ciertos espacios de tiempo, aduciendo que son los principales causantes de la congestión vehicular. Muy al margen de la poca calidad técnica de estos proyectos, es importante que, en adelante, se tomen en cuenta algunas reflexiones que explicarán por qué restringir el tránsito de camiones de carga en horarios o días específicos no es la solución al problema del tráfico en la ciudad.
Primero, prohibir el tránsito de vehículos de transporte de carga en horarios particulares, por ejemplo, —y es lo más común pensar— en horas punta, aumentaría el tránsito de estos mismos durante los horarios fuera de la restricción, y con ello, la congestión vehicular se multiplicaría el resto del día.
Segundo, al verse impedidos de ingresar a la ciudad a través de sus principales arterias, los vehículos de transporte de carga congestionarían los límites de la ciudad antes y durante el horario restringido. Así, de no contar con un área especial habilitada para estacionamiento temporal, que cubra el tamaño del parque de vehículos de carga, la congestión, la inseguridad y el desorden aumentarían en dichas zonas.
Tercero, una restricción en el tránsito de vehículos de transporte de carga restringiría también el horario para la prestación de servicios conexos, como el embarque y desembarque en puertos y aeropuertos, de carga y descarga en plantas, de distribución y comercio, entre otros. Esto reduciría los horarios de trabajo, lo que generaría a su vez sobrecostos portuarios y de almacenaje, y los barcos deberán quedar detenidos o los clientes se verán obligados a desembarcar la carga y almacenarla en tierra hasta que el horario permita retirarla. En resumen, terminaría afectando el dinamismo de los servicios conexos y, con ello, la competitividad de nuestra industria, nuestro comercio exterior y la economía en general.
Finalmente, y entre lo más preocupante, una restricción para el servicio de transporte de carga aumentaría el costo promedio del transporte interno, e incrementaría también los costos logísticos para las empresas, lo que podría traducirse automáticamente en un aumento de precios generalizado para los consumidores finales.
Entonces, atender el problema de la congestión vehicular en el país no pasa por generar leyes que restrinjan el transporte de vehículos de carga en ciertos horarios. De hecho, según el INEI, el índice de flujo de vehículos ligeros aumenta a tasas mayores que el de vehículos de carga. Por ejemplo, estos últimos representan tan solo un 10.2% del total del parque automotor en Lima y Callao, a diferencia de los automóviles, station wagon y camionetas, que juntos representan un 87%, de acuerdo con la última información del Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
Si bien no dudamos que la circulación del transporte pesado complica de alguna manera el tráfico en las principales arterias de la ciudad, el problema de congestión en las ciudades tiene diversas causas, multidisciplinarias, entre las que se encuentran una infraestructura vial insuficiente, una oferta de transporte público de baja calidad, un crecimiento urbano desordenado, un bajo cumplimiento de las reglas de tránsito, una alta informalidad en el parque automotor, entre otras que deben ser atendidas con urgencia.
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