Las proyecciones de crecimiento más recientes del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y del Ministerio de Economía y finanzas (MEF) consideran que la economía peruana crecerá alrededor del 3% en 2024. Entre los factores que sustentan dicha expectativa se encuentran la presencia más probable de un fenómeno de El Niño (FEN) moderado, la recuperación del gasto público y la restauración paulatina de la confianza empresarial. Por su parte, las principales calificadoras de riesgo sitúan al Perú en un pronóstico más desalentador: Moody's estima un crecimiento del 2.4%; Standard & Poor's, del 2.2%, y Fitch Ratings, del 1.9%. Para estas organizaciones, el componente político resulta un factor clave para tener en cuenta si se quiere lograr una meta de crecimiento para 2024. Dadas las expectativas, cabe preguntarse cómo caímos en este escenario y cuáles son nuestras mejores oportunidades para lograr el desarrollo. 

Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el periodo enero-noviembre de 2023, se registró una disminución en los niveles de producción del 0.57% con relación al mismo período acumulado del año anterior. Dicho resultado se explica por el menor rendimiento en sectores como la manufactura, cuya producción se redujo un 6.1% en comparación con el mismo período de 2022, y la construcción, que experimentó una disminución del 9.1%. Por otro lado, la minería logró un crecimiento del 8.7%, lo que contribuyó a mitigar la caída general de la actividad económica y permitió alcanzar 10 meses de crecimiento continuo (ver Semanario 1192). 

Sobre esto último, Hugo Perea, economista jefe del BBVA Research, destaca las bondades que traería consigo la minería en un escenario donde la creciente demanda de productos como el cobre nos aseguraría beneficios para lo que resta de esta década. Sin embargo, da cuenta, a su vez, de la precariedad en el entorno para su desarrollo, ya sea por el número de trámites necesarios para operar o por el ruido político, que hace dudar a los inversionistas. Al final, proyectos mineros como Yumpag, Corani y Romina, programados para ejecutarse en 2024, según el Ministerio de Energía y Minas (Minem), quedarían aún a la expectativa. 

Finalmente, en cuanto a la inversión privada en general, esta alcanzó los S/ 27,722 millones solo en el tercer trimestre de 2023, lo que representa un monto más de cuatro veces superior a la inversión pública (S/ 6,630 millones), como sucede usualmente. Dada esta proporción, la prioridad resulta clara y se hace evidente la necesidad de impulsar proyectos de gran envergadura, mineros o de infraestructura, como el nuevo puerto de Chancay, las expansiones del Jorge Chávez o los yacimientos ya mencionados. Además, es importante señalar que alcanzar un crecimiento del 4% o superior es crucial para abordar varios de los grandes problemas que enfrenta el Perú, tales como la lucha contra la pobreza y la generación de empleo formal, según plantea Carlos Parodi, economista y profesor de la Universidad del Pacífico. 

EFICACIA ACTIVA EN LA GESTIÓN PARA SALIR DE LA RECESIÓN

A pesar de la relevancia de la inversión privada, esto no es motivo para que el Estado se quede de brazos cruzados, y es que un punto en común hasta el momento alude a la necesidad de un ambiente político medianamente estable para poder crecer. Muchos expertos, incluido el propio presidente del BCRP, Julio Velarde —quien participó recientemente en el Foro Económico Mundial en Suiza—, coinciden en lo anterior. Por tanto, una buena forma de empezar sería la utilización efectiva del presupuesto público para proyectos, tal como recomiendan diversos analistas y organizaciones internacionales, entre ellas el Banco Interamericano de Desarrollo. 

Según datos del MEF, la ejecución pública de proyectos cerró 2023 con un 76.4% de avance en la inversión, y fueron los Gobiernos locales (o municipalidades) quienes tienen tuvieron mayores dificultades para hacer uso de su presupuesto, con un porcentaje ejecutado del 63.6% al terminar el año. Lo peor de todo es que dentro de este grupo hubo algunos departamentos que simplemente no pudieron aprovechar los recursos transferidos, como Áncash, donde la ejecución de la inversión pública ascendió a solo un 44.8% en todo el año pasado, seguido por La libertad (54.4%) e Ica (54.7%).  

Como último punto, desde ComexPerú, se recomienda encarecidamente una gestión activa de la situación económica actual. Sobre esta línea, y tomando como ejemplo la serie de políticas reactivas cuando se presagiaban estragos del FEN, no deberíamos quedarnos sin hacer nada, esperando que el precio internacional del cobre se recupere, que a China o el resto de nuestros socios comerciales les vaya mejor, o que, en resumen, todo se resuelva por sí solo. Podemos crecer un 4% o más, pero eso naturalmente dependerá de las acciones que se tomen en los primeros meses del año. De lo contrario, habrá que “contentarnos” con un eventual 3% o menos, que poco ayudaría para recuperarnos de la recesión sufrida el año pasado y la desaceleración económica de años atrás.