En la anterior edición revelamos cifras estimadas sobre el Índice de Pobreza Multidimensional en nuestro país en 2020 (ver Semanario 1075). A través de este ejercicio, se buscó incorporar el acceso y la calidad de los servicios básicos, así como las condiciones de vivienda que tiene la población más allá del enfoque de pobreza monetaria que se utiliza tradicionalmente. Según los resultados para 2020, el 41.7% de peruanos es pobre multidimensional, mientras que, de acuerdo con cifras del INEI, el 30.1% peruanos es pobre bajo el enfoque monetario.

Si concentramos el análisis a nivel territorial, observamos que los departamentos de la costa sur resaltan por sus menores índices de pobreza multidimensional. Entre estos se encuentran Moquegua (27.4%), Callao (30.2%), Lima (31%), Ica (33.1%), Tacna (33.5%) y Arequipa (34.6%). Para entender este resultado, veamos cuáles son los niveles de privación en los distintos pilares analizados. En este caso, los departamentos mencionados resaltan por su baja privación en cuanto a condiciones de vivienda, que se explica por el tipo de material del piso, tipo de combustible, acceso a electricidad y conexiones de agua y saneamiento. Así, por ejemplo, mientras que la privación en vivienda a nivel nacional es del 32%, Moquegua y Tacna alcanzan el 17% y el 9%, respectivamente.

En el otro extremo, todos los departamentos de la selva, como Loreto (57.4%), Madre de Dios (56.7%), Ucayali (53.8%) y San Martín (54.2%), están dentro del grupo con mayor pobreza multidimensional. Estas cifras se explican por las mayores privaciones en los pilares de educación y vivienda. En educación, mientras que el nivel de privación promedio nacional alcanza el 56% en San Martín y el 73% en Madre de Dios. Es decir, persiste el problema de matrícula o atraso escolar sumado a la condición de jefes de hogar con bajos niveles de educación. 

Ahora bien, de las estimaciones realizadas, resaltan los departamentos con mayores diferencias en su pobreza multidimensional respecto de su pobreza monetaria. Estos son Madre de Dios (56.7% vs. 11.3%), San Martín (54.2% vs. 26%) e Ica (33.1% vs. 8.5%). En otras palabras, el crecimiento económico experimentado en estos departamentos durante los últimos años ha permitido incrementar los ingresos de muchos peruanos hasta salir de la pobreza; pero, si bien las condiciones de vida también han mejorado, aún queda mucho trabajo por realizar para cerrar estas brechas. 

En el caso de Madre de Dios, el alto porcentaje de pobreza multidimensional se explica por las mayores privaciones en educación (73%) y condiciones de vivienda (55%). Para tener una idea, de acuerdo con el Índice de Competitividad Regional 2020, el 56.7% de los hogares no contaba con acceso a los servicios básicos de agua, desagüe y electricidad en su conjunto. Además, el 43.7% no tenía acceso a internet, recurso esencial para el ejercicio de las clases virtuales.

En cuanto al departamento de San Martín, también se evidencia una clara privación en cuanto a educación (74%) y vivienda (58%). En 2020, solo un 32% de los hogares contaba con acceso a internet, mientras que un 52% no tenía acceso a electricidad, agua y desagüe. Finalmente, en Ica, resalta la privación en salud, con un nivel del 56%, que se explicaría por el bajo nivel de respuesta ante las enfermedades durante el año. Está claro que no basta con expandir el aseguramiento en salud si este no garantiza el acceso efectivo a un servicio de calidad.

Frente a este escenario, se esperaría que la respuesta en los distintos niveles de Gobierno se oriente a atender estas necesidades; no obstante, los números demuestran lo contrario. Según cifras de Ministerio de Economía y Finanzas, en 2020, la ejecución presupuestal de la inversión pública en saneamiento no superó el 50% en ninguno de los tres departamentos mencionados. En Madre de Dios se avanzó un 36.2%; en San Martín, un 48.4%; y en Ica, un 41.5%. En tanto, justamente en el sector que garantiza el abastecimiento de agua potable, así como la implementación y el mantenimiento de alcantarillado para los hogares, no se ha trabajado conforme a lo requerido. Esta situación, una vez más, afecta al ciudadano que busca salir adelante, pero no siempre cuenta con las condiciones que le garanticen una igualdad de oportunidades.

Tal como se observa, más allá de los ingresos, los peruanos no han visto reflejado este crecimiento económico evidenciado en las últimas décadas en mejoras de los servicios públicos. Esto debido, en parte, a las débiles capacidades del Estado en sus distintos niveles para trabajar en proyectos de inversión que garanticen una mejora de la calidad de vida de los peruanos, en lo que buena responsabilidad tienen las autoridades subnacionales. En tanto, para hacer frente a la pobreza en nuestro país, necesitaremos trabajar en las capacidades de nuestros gobernantes, así como en mejorar la focalización de las políticas públicas. Para lograrlo, una vez más, enfatizamos en la necesidad de contar con una medición oficial de pobreza multidimensional que permita crear estas políticas con un enfoque efectivamente centrado en el ciudadano. Salgamos de la crisis y hagámoslo bien.