El 28 de marzo último, el Ejecutivo observó la autógrafa de ley que modifica la Ley N.º 30021, Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes aprobada por el Congreso. La principal objeción sería el sistema de semaforización que propone, y que reemplazaría a los octógonos contenidos en el Manual de Advertencias Publicitarias publicado a fines de 2017 por el Ministerio de Salud (Minsa). Si bien esta situación se percibe como una confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo, lo cierto es que ambos buscan informar al consumidor sobre los productos que incorpora en su dieta, aunque la efectividad entre dichas propuestas sí difiere.

Cabe recordar que la Ley N.º 30021 se promulgó con el espíritu de asegurar una alimentación adecuada para los niños y jóvenes del país; no obstante, como advertimos en su oportunidad, la manera en que esta se pretendía implementar no era la más eficiente (ver Semanario N.° 897), pues regula solo un 10% de los productos que los peruanos incluyen en su dieta, los productos envasados. Asimismo, en lugar de establecer como eje central la educación y la promoción de estilos de vida saludable, se apuesta, principalmente, por un enfoque restrictivo de la publicidad del reducido porcentaje de alimentos al que tiene alcance.

¿MIEDO O INFORMACIÓN?

Lo anterior resulta importante para optar por las mejores herramientas para alcanzar el propósito de la ley. ¿Se desea informar y educar al ciudadano sobre lo que consume o, simplemente, “asustarlo” sin darle más información sobre lo que incorpora en su dieta? Inspirado en el modelo chileno, el Minsa optó por esto último, en busca de imponer un sistema de alertas octogonal en los empaques del producto con un simple mensaje “alto en sodio/azúcar/grasas saturadas”. No obstante, este esquema, lejos de informar, induciría al error creyendo que cualquier producto que no posea el octógono es saludable. Más aún, no permitiría hacer comparaciones entre productos, así como tampoco sobre sus aportes a la dieta diaria. Bajo este esquema, el consumidor no podrá reconocer aquellos productos con un menor nivel de sodio, azúcar o grasas saturadas. El sello solo le dirá que estos son “altos en”, con lo que pondrá en igual categoría a aquellos productos que tienen apenas un 1% más del valor máximo recomendado y aquellos que lo exceden en un 35%, por ejemplo.

Por otro lado, al no considerar opciones intermedias ni bajas, el sistema octogonal podría evitarse reduciendo marginalmente los nutrientes críticos que este sanciona (tres de todo el universo). En Chile, por ejemplo, a ciertos productos, como las bebidas gaseosas, se les atribuye un carácter saludable en la medida que no llevan los sellos. Lo cierto es que este modelo poco o ningún efecto ha tenido en nuestro vecino del sur, en el que, según Euromonitor, el consumo de alimentos envasados continúa creciendo tanto en términos de volumen como de valor. Así, la experiencia chilena, cuyo sistema de alertas replica el Minsa, demuestra que esta no es la mejor manera de generar cambios en la demanda de dichos productos, aspecto que la autógrafa de ley sí busca mejorar.

Si bien no es el óptimo ideal, esta busca brindar información relevante para el consumidor de una manera más eficiente. Para ello, propone incorporar un semáforo nutricional que resalte el valor energético de los nutrientes que contiene cada producto. Así, a través de tablas nutricionales estandarizadas, el consumidor sabrá qué porcentaje del valor diario recomendado (VDR) consumirá con cada porción del producto que haya elegido. Las tablas nutricionales de productos con nutrientes que superen el 25% del VDR deberán tener color rojo; color amarillo si aportan entre el 25% y el 10%; y color verde si aportan menos del 10%. Es decir, se presentarían colores para alertar, pero además se brindaría la información sobre lo que se consume (el aporte por nutriente), lo que permitiría al consumidor comparar y valorar los productos a partir de información comprobada y no de suposiciones. Con este esquema, el consumidor sabrá qué productos contienen una menor cantidad de grasa saturada, azúcar o sodio, incluso entre aquellos con el mismo color de semaforización. De hecho, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los sistemas semáforo tienen el potencial de incrementar alrededor de un 18% el número de personas que eligen opciones más adecuadas de alimentos procesados.

Pero eso no es todo, pues el proyecto busca que la elaboración de las tablas nutricionales se haga siguiendo el Codex Alimentarius de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); así como las mejores prácticas internacionales de las agencias de los EE.UU., Reino Unido y la Unión Europea. Además, incluye la obligación de realizar un estudio científico del perfil nutricional de la población peruana, a fin de realizar una mejor intervención pública en esta materia, mientras que el Minsa se basa en los valores del perfil chileno.

Por todo lo anterior, la autógrafa de ley resulta de mayor utilidad al consumidor, por lo que urge desestimar las observaciones del Ejecutivo y aprobarla por insistencia.