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EsSalud: reformas urgentes para un servicio digno
Por Jaime Dupuy / Publicado en Septiembre 26, 2025 / Semanario 1274 - Editorial

La crisis de EsSalud no es reciente, pero se ha agudizado en la etapa pospandemia, como reflejo de profundos problemas estructurales que afectan la gestión pública en nuestro país. La rotación excesiva y sin precedentes de autoridades, la ausencia de continuidad en las políticas, la escasez de capacidades técnicas y una institucionalidad deteriorada han impedido que esta entidad avance hacia una gestión mínimamente eficiente que garantice, al menos, una atención de la salud digna.
Lamentablemente, estamos muy lejos de alcanzar los niveles de modernización y eficiencia que el sistema exige. Las consecuencias son visibles y dolorosas: hospitales colapsados, desabastecimiento de medicamentos, colas interminables y demoras inaceptables. En Lima, por ejemplo, la espera para una cita en endocrinología puede superar los 105 días. Las citas se postergan una y otra vez, y la atención que reciben los asegurados dista mucho de reflejar el aporte que realizan millones de trabajadores y empresas en el país.
EsSalud no es financiado por el Estado, sino por las empresas formales, en beneficio directo de sus trabajadores. Son ellos quienes sostienen el sistema y, por lo tanto, los principales interesados en que funcione con eficiencia y transparencia. Bajo esa premisa, no tiene sentido que la institución dependa de los vaivenes políticos del Gobierno de turno o del ministro de Trabajo de ocasión. Se requiere una gobernanza sólida, que blinde a EsSalud de interferencias y garantice continuidad en las políticas.
Por tanto, EsSalud requiere reformas urgentes, profundas y sostenidas. No basta con mejorar procesos administrativos: es indispensable recuperar la confianza ciudadana y fomentar su participación activa en un sistema que debe estar al servicio de la salud y el bienestar de todos los peruanos.
¿Algunas propuestas? En primer lugar, separar el financiamiento de la prestación: los recursos deben estar protegidos, para asegurar su buen uso, mientras la atención puede diversificarse entre operadores públicos y privados, priorizando la oportunidad y calidad del servicio.
En segundo lugar, profundizar la colaboración mediante asociaciones público-privadas (APP). Casos como el de Salog —encargada de la logística de medicamentos e insumos— o IBT Group —en la gestión de establecimientos clínicos— han demostrado, con evidencia concreta, que es posible reducir costos, ganar eficiencia operativa y mejorar la provisión de servicios esenciales. Ampliar este modelo hacia otras áreas críticas, como la infraestructura hospitalaria, la gestión de laboratorios o el diagnóstico por imágenes, representaría un avance tangible hacia un sistema de salud más ágil, menos burocrático y centrado en resultados.
Asimismo, el intercambio prestacional con clínicas privadas debe dejar de ser una medida excepcional para convertirse en un mecanismo estructural del sistema. Lo relevante no es quién presta el servicio, sino que el trabajador asegurado reciba atención médica a tiempo, sin trámites interminables ni esperas que ponen en riesgo su salud.
El objetivo último de EsSalud no debe perderse de vista: atender la salud de los trabajadores del Perú. No se trata de preservar empleos o beneficios dentro de la institución, sino de garantizar que los millones de asegurados tengan acceso a servicios de salud oportunos, modernos y de calidad. Para ello, la gestión debe abrirse a la innovación, la cooperación con el sector privado y una institucionalidad que trascienda Gobiernos.
Es momento de sincerar el debate. Los asegurados ya están rezagados, muchos sin esperanza ni respuestas. Es urgente articular esfuerzos entre el Estado, los gremios empresariales y las organizaciones de trabajadores —todos ellos representados en el consejo directivo de EsSalud— para construir una agenda mínima que permita salir de esta emergencia. El país no puede seguir tolerando un sistema que, pese a contar con recursos significativos, no cumple su misión fundamental. Los trabajadores peruanos merecen mucho más. EsSalud debe recuperar su rol protagónico y encaminarse hacia una reforma profunda que lo devuelva a su razón de ser: ser un verdadero escudo de salud para quienes, con su esfuerzo diario, sostienen la economía del Perú.
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